lunes, 6 de agosto de 2007

Crisis en el campo

Miguel Angel Vàsquez

Hasta el año anterior, las remesas enviadas por mexicanos en el exterior alcanzaba los 22 mil millones de pesos. La cifra era tan sólo un poco inferior a lo que rinden de frutos las exportaciones de petroleo. Es decir, gran parte de las familias mexicanas y en especial de las oaxaqueñas dependen de lo que envían aquellos mexicanos que no soportaron más la miseria y el desempleo tanto del campo como de las ciudades mexicanas.
Lo lamentable de este fenómeno, son sin duda consecuencias como las siguientes: es notoria la ruptura de lazos familiares no únicamente entre padres e hijos, sino en lo que se denomina la familia extensa. En consecuencia hay pérdida de lazos también culturales con las comunidades de origen.
Pero no únicamente eso. Ha sido documentado también la introducción de hábitos como el consumo de drogas y la importación de enfermedades infecto-contagiosas.
La migración tiene también necesariamente un costo económico para la nación mexicana. Gran parte de quienes emigran son personas entre los 17 y 45 años de edad. Es decir, forman parte de la llamada Población Económicamente Activa (PEA). Ellos, representan una fuerza laboral de la cual México está prescindiendo. En otras palabras, ellos están generando riqueza a una nación que no costeó sus gastos en salud y educación primaria, secundaria y algunos casos hasta universitaria.
Por todo ello, ante este panorama desolador que deja la migración –que en sí misma representa un fuerte impacto para las familias- es urgente que las instituciones, el gobierno y la sociedad, piense con urgencia en medidas para arraigar a la gente que migra en busca de lo que no hemos sido capaces de generar en esta, su tierra original.

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