viernes, 14 de diciembre de 2007

Salvador Santos y la desesperanza

TUXTEPEC, Oaxaca.- Un millón de dólares alcanzarían para construir, a un precio promedio de 100 mil pesos, diez pozos profundos, 10 aulas escolares o por lo menos para terminar de construir el derruido y saturado Hospital General de Tuxtepec. Sin embargo, el gobierno municipal de Tuxtepec, que preside Salvador santos Sierra prefirió gastar ese dinero en la innecesaria y por lo tanto criticada remodelación del parque Juárez.
Así, quien se presentó hace tres años como una “esperanza” para Tuxtepec termina su trienio como uno de los más decepcionantes administradores que esta ciudad haya tenido. Al principio su parsimonia fue vista como un signo de mesura y quizás hasta como una cualidad. Sin embargo, con el paso del tiempo fue cada vez más notoria su falta de carácter e incluso su abulia ante los problemas que aquejaban a esta municipalidad considerada la segunda ciudad en importancia económica dentro del estado.
De esta manera el saldo que dejará es simplemente desastroso: Obras millonarias que se hacen una, dos y hasta cuatro veces (un solo ejemplo son las realizadas en la avenida Carranza, donde se repuso hasta cuatro veces un pavimento por los malos trabajos de corrección del sistema de drenaje); caminos que se reparan bajo sistemas “novedosos” y resultan un fracaso; contratos fraudulentos con empresa que ofrecen resolver de fondo el problema del alumbrado pero que profundizan aún más el problema.
El siguiente es sólo un resumen de la pésima administración de Salvador Santos Sierra, el primer gobernante apadrinado por las siglas del PRD, pero que al menos en media gestión mostró su indefinición tanto ideológica como política. Es más ni al mismo partido que le prestó las siglas para llegar al poder le cumplió. Prueba de ello fueron los constantes desacuerdos entre el edil y su síndico, el dirigente más visible del partido del Sol Azteca en Tuxtepec, Nicolás Estrada Merino. Con un pasado príísta –fue regidor de seguridad pública con Félix Pérez-, pero resurgido en las filas del PAN, Santos Sierra buscó la candidatura a la presidencia municipal por ese partido pero fue derrotado en la consulta interna por el ex presidente de ese partido a nivel municipal y a la postre reidor de ornato (es decir, de jardines, no que estuviera sólo de adorno), Fernando Guerra López. De inmediato, una coalición de facto encabezada por el PRD y Convergencia le dieron el respaldo y ante el debilitamiento del PAN así como por las rupturas y simulaciones del PRI, Salvador Santos Sierra triunfó fácilmente en las elecciones municipales. El ingrediente de su victoria estuvo en su carácter tranquilo, pero sobre todo en su imagen de hombre cercano a la iglesia católica. No de gratis la publicidad manejada en aquel entonces lo ofertaba como el Salvador de Tuxtepec y comprendía en su imagen publicitaria un trío de cirios donde se enredaban las iniciales SSS. Hasta la fecha incluso el edil asiste con regularidad al rezar el rosario una vez por semana a la catedral, pero esa imagen de poco le sirve para restar los sinsabores de su administración.

Los descalabros en obra pública

Tal parece que al actual presidente municipal nada le salió bien.
Así por ejemplo, a mediados del 2004, con bombo y platillo anunció, en conjunto con el gobernador Ulises Ruíz Ortiz, la construcción de una planta tratadora de aguas negras, una promesa de campaña de al menos los cuatro presidentes municipales recientes. La necesidad de dicha obra se hace necesaria no sólo por las múltiples mortandades de peces que ha padecido el río desde abril de 1996, sino por la casi desaparición de la gran mayoría de fauna del lugar.
La añorada obra requeriría una inversión aproximada de 75 millones de pesos. El costo seria repartido entre los gobiernos municipal, estatal y federal. Para ello, el municipal contrató una deuda de 15 millones de pesos con la paraestatal Banobras. Este recurso se destinó a la construcción del colector marginal. Este sin embargo, constituirá todo lo que en esta administración se realice por falta de recursos para terminar el resto de las etapas, según reconoció a mediados de año el regidor de hacienda Omar Pérez Hernández. De esta manera, la obra no resuelve ningún problema. Lo único que hace es reunir todas las aguas inmundas para que sean descargadas en uno y no en los más de cinco desagües con que hoy cuenta Tuxtepec. Pero no obstante lo anterior, aparte de la deuda que heredará a la próxima administración, Salvador Santos también deja pendiente de pagar una multa superior a los 70 millones de pesos con Comisión Nacional del Agua, precisamente por la falta de pago por extracción de agua en pozos municipales, así como por la falta de tratamiento de las mismas.

Alumbrado, lo más obscuro

Tuxtepec cuenta con dos bulevares. El Plan de Tuxtepec y el Benito Juárez que prácticamente cruza la ciudad. Ambos se encuentran en la más completa oscuridad. La causa: el gobierno puso en marcha un plan para cambiar las fotoceldas –controles de encendido y apagado que se activan automáticamente ante la oscuridad-luminosidad- y tener un alumbrado ahorrador e inteligente. El proyecto tuvo un costo superior a los 12 millones de pesos. La medida de inicio generó suspicacia por el desmesurado interés que manifestaban algunos regidores. Se presumía que llevarían alguna comisión al respecto. Lo innegable es que el proyecto se puso en marcha, pero la operación resultó un fiasco más. A estas alturas, existen arbotantes que no han sido reubicados. La falta de alumbrado ha ocasionado ya múltiples accidentes en el bulevar Benito Juárez, a la altura del Ingenio azucarero Adolfo López Mateos y la Compañía Cervecera. Incluso, como resultado indirecto de esta operación, el gobierno municipal podría perder un millón de pesos más. La historia es como sigue: luego que las lámparas viejas fueron retiradas del alumbrado público estas prácticamente desaparecieron de los inventarios municipales. Hubo incluso denuncias en el sentido de que se habían vendido al municipio de San José Chiltepec. Derivado de lo anterior, el gobierno de Salvador Santos denunció como responsable del presunto desvío al director de alumbrado público, Rogelio Villaseñor. Tiempo después, el funcionario fue despedido y como consecuencia este demandó al ayuntamiento por la vía civil. El concepto era la reparación de daño a su imagen pública –demeritada por similares acusaciones en su contra en el periodo de su cuñado Diego Pacheco Cruz. El tío del próximo presidente municipal demanda una reparación del daño de un millón de pesos. De acuerdo con quienes conocen el expediente, su petición tiene posibilidades de proceder pues ha comprobado con documentos la existencia de dicha acusación –fundada o no- y el consecuente daño moral. Esto debido a que la ley contempla que el delito de difamación es cometido por quien comunique a otro, con el fin de causar deshonra un hecho cierto o falso. Es decir, aún cuando Villaseñor hubiera cometido el delito daño patrimonial, saldría ganando y el ayuntamiento nuevamente perjudicado.

CAMINANTE NO AY CAMINO...

Para continuar, sus promesas de reparar los caminos quedaron en sólo eso: promesas. Así por ejemplo, cuando se ofreció construir un camino bajo un aparentemente novedoso sistema de enzimas, la ciudadanía compró la idea que tuvo un costo de varios millones de pesos. Sin embargo apenas llegaron las primeras lluvias y los caminos volvieron a lucir desastrosos. Obviamente el esquema resultó un fracaso.
Pero si eso fue en obra pública, en materia política y relaciones públicas tuvo serios reveses. Así por ejemplo, con la Compañía Cervecera del Trópico tuvo sus serias diferencias. La más notable fue relativa a la fallida construcción de una glorieta donde la empresa prácticamente se asumiría como dueña de Tuxtepec. En ella, la empresa invirtió, según afirmó en distintos momentos, la nada despreciable cantidad de un millón 400 mil pesos. Sin embargo, ante la presión de la opinión pública que cuestionó el hecho de que en la fuente se colocara la leyenda: Tuxtepec, Ciudad Modelo, el gobierno municipal debió clausurar la obra. El asunto trajo rispideces con la autoridad, pero sobre todo evidenció la falta de control y orden en la administración. Con esta empresa también tuvo un desencuentro cuando con motivo de la celebración del bicentenario del natalicio de Don Benito Juárez García la masonería y el reidor Alfonso FranciscoTenorio Reyes pidieron al ayuntamiento el cambio de nombre al bulevar que cruza justo frente a la factoría que fue denominado Antonino Fernández, en honor a uno de los fundadores de la empresa. Al final de cuentas ganó la iniciativa nacionalista y ello metió un problema más entre la empresa más influyente y el ayuntamiento.
Por todo lo anterior, de algo quizás sí puede presumir Salvador: su administración se parece en mucho a la de Vicente Fox: generó muchísimas más expectativas y al final de cuentas la decepción fue también tajante. Sólo hay una diferencia enorme: él no pudo o no quizo ayudar a quien de manera natural hubiera querido lo relevara en el poder. Es más, todo parece indicar que provenir de las filas de Salvador fue el beso del diablo para su ex tesorera, Tere Ahuja Pérez quien quedó en el cuarto sitio en la elección de presidentes municipales.
Casi al final de su administración, un ex presidente que lo conoció muy bien se atrevió a criticarlo precisamente con motivo de la remodelación del parque Juárez. Félix Pérez, quien lo tuvo como regidor de seguridad pública hace más de 15 años expresó: ‘¿qué se puede esperar de alguien que sólo se presentaba en el municipio a cobrar su quincena pero que jamás asistió siquiera a las reuniones de cabildo?. Cierto o no, lo innegable es que la información llegó al pueblo de Tuxtepec demasiado tarde.

Un peligro para los mexicanos

Influenciados por el mercantilizado “espíritu navideño” y distractores como los caníbales y otras primeras planas de nota roja, los mexicanos nos hemos olvidado de un peligro que se cierne sobre nuestras cabezas. Se trata del retroceso de decenas de años en materia de derechos humanos que significan las reformas legales aprobadas recientemente por la Cámara de Diputados.
Estas facultan prácticamente a cualquier policía y al ministerio público a realizar arrestos y aún cateos sin necesidad de cumplir con los requisitos que hasta el momento exige el artículo 16 de la Constitución Federal.
Lo anterior se suma a las reformas por las cuales prácticamente se abre el paso a lo que ha sido llamado, la criminalización de la protesta social. Es decir, que con estas reformas realizadas en noviembre pasado se puede calificar como delito la reunión masiva de personas cuando protestan en contra de algún sistema de gobierno. Pero lo más grave es que el delito agregado al Código Penal es nada menos que el de terrorismo.
Por todo ello, es evidente que ante el clima de irritación social debida a la falta de resultados positivos en materia económica y dado el ineficaz sistema político que prohija fraudes, a quienes detentan el poder no le ha quedado otra alternativa que endurecer su postura y prácticamente cancelar garantías conquistadas hace décadas.
Ciertamente en la exposición de motivos de estas reformas destaca el interés de combatir la delincuencia. Eso sería plausible, sin embargo, con la autorización dada a policias y ministerios públicos para realizar detenciones y cateos se expande la brecha que permite el abuso, la extorsión y en términos más generales la corrupción, la impunidad y la injusticia.
Sin duda las medidas son graves y nuestros llamados representantes populares se han prestado a ello. Ellos y ellas están más preocupados en las reformas electorales que les interesan sobre todo a ellos, pero ese será motivo de un próximo comentario.