Proyectos y ambiciones
Miguel Angel Vásquez
Desde hace 12 años los políticos istmeños controlan buena parte de la toma de decisiones en el Estado. El asunto tiene que ver con el gregarismo de los habitantes de esa región, cosa que como veremos más adelante, contrasta con la actitud de los políticos cuenqueños.
Así, el actual gobernador y su antecesor, crecieron, o al menos en términos de identidad, cultura y amistades se identifican con los habitantes de aquella región.
Del Istmo de Tehuantepec son la gran mayoría de altos funcionarios del gobierno estatal y líderes sindicales. Sólo como ejemplo hay que citar que el presidente del Congreso del Estado, Bulmaro Rito Salinas es tehuano, el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Héctor Anuar Mafud Mafud es originario de Salina Cruz y ha estado en el candelero político desde el gobierno de Diódoro Carrasco Altamirano, es decir, más de 15 años.
Por su parte, el senador plurinominal, Adolfo Toledo Infanzón es originario de Ciudad Ixtepec, de donde también fue originario José Murat Casab –unos dicen que en realidad nació en el tren que va de Coatzacoalcos a Tehuantepec- y es uno de los principales nominados a ocupar la gubernatura del estado. Es decir, si se postula y triunfa, los istmeños seguirían siendo los dueños del pandero.
Pero el afán de poder no termina ahí. De los tres candidatos fuertes al gobierno de la ciudad de Oaxaca al menos dos son originarios de aquella región.
Humberto López Lena y Lennin López Nelio, ahora ex candidatos de Convergencia y del PRD, respectivamente, fueron derrotados –al menos por el momento- por el ex secretario de administración, José Antonio Hernández Fraguas. Este, por cierto, fue sustituido en el cargo por el también istmeño y ex aspirante a la gubernatura –en tiempos de Diódoro Carrasco-, José Antonio Estefan Garfias.
Y aunque no son parte de la nomenclatura priísta, hay que mencionar que el coordinador de los diputados perredistas a nivel federal, Carlos Altamirano Toledo es también de aquella región.
El muy apretado recuento de istmeños en el poder estatal deja fuera a funcionarios de los llamados de mediano pelo, pero que son legión, no tiene la intención de parecer o ser regionalistas, sino para resaltar la actitud gregaria que se ha sido clave no sólo para los intereses particulares de los políticos, sino también en las políticas públicas implementadas en aquella región. Así, se construye una autopista, se instalan plantas generadoras de energía eólica, se mantiene un aeropuerto, de construyen extensiones de la UABJO, se inicia la implementación de los juicios orales… Luego, como consecuencia es necesario hacer una interpolación o comparación entre lo que ocurre con los políticos de aquella región y la nuestra. A simple vista la diferencia es abismal. Ciertamente, de Tuxtepec ha surgido al menos un gobernador que incluso llegó a ser Secretario de Educación Pública a nivel federal, y es clara muestra de cómo un político en el poder puede apoyar a su región, pero fuera de Don Víctor Bravo Ahuja nuestros recientes representantes populares o políticos en el poder ni han brillado en la escena estatal ni han sabido construir alianzas entre ellos con la mira puesta en crear un grupo de poder que influya en beneficio de la región.
En la actualidad, por ejemplo el distrito de Tuxtepec cuenta con tres diputados locales: María de Jesús Mendoza Sánchez (PAN), Graciela Cruz Arano (PAN) y Marcelo Díaz de León Murieras (PRI), pero nada notable han hecho por su región. La primera de lo único que puede presumir –si a caso eso puede llenar a alguien de orgullo- de recibirle su informe de gobierno al mandatario. La segunda ha insistido machaconamente en que por su gestión se creó una comisión de arbitraje médico que sólo ella sabe cómo funciona y para que sirve. El tercero sólo volvió a Tuxtepec cuando quiso ser candidato a presidente municipal pero se regresó cuando se dio cuenta que en su pueblo ni lo conocen siquiera.
Mención aparte merecen los altos funcionarios del gobierno estatal oriundos de estas tierras. El de más alto nivel y que por lo mismo puede resultar el más decepcionante es Eviel Pérez Magaña. Su cargo, no ha representado una sola obra importante ya no digamos para la región, sino para el municipio de Tuxtepec. Su gran proyecto se ha limitado, cual albañil media-cuchara, a poner pisos firmes y pedazos de guarniciones y banquetas en algunas colonias pobres con fines claramente electoreros.
En contrapartida, la lista de pendientes en materia de obra pública que podría atender es enorme: la remodelación del hospital regional –iniciara por cierto por su empresa- está a mal hecha y a medias. Igual suerte han corrido los cascarones de hospitales de Valle Nacional y Loma Bonita, así como las primeras piedras de lo que serían las clínicas de Jalapa de Díaz y Ojitlán.
Y ni qué decir de la fraudulenta central camionera iniciada también durante su periodo y dejada así, iniciada. En fin, que la lista de pendientes, más que de logros por parte de nuestros representantes populares y políticos encumbrados es larga y nos lleva a una conclusión lacerante: hace falta en ellos una real visión de futuro y de conjunto para incidir, desde el poder, en beneficio de la región. Pero eso exige tener proyectos y lo que vemos son sólo ambiciones personales.
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