En regreso de los bárbaros
Miguel Ángel Vásquez
Dicen que las palabras no representan ya a la cosa. Es decir, las palabras han dejado de significar aquello que según la costumbre y la academia, deberían de representar... en otras palabras, vivimos en una vil simulación. Esto ocurre, entre otras, con el término Estado de Derecho, tan llevado y traído por nuestros gobernantes (si es que gobiernan a algo o a alguien).
Lo anterior tiene que ver con lo ocurrido ayer en una negociación de Mutualismo esquina Carranza, donde de nueva cuenta los bárbaros de la UGOCP prácticamente secuestraron a sus trabajadores con el pretexto de buscar a una persona –familiar del dueño de la empresa- cuya aseguradora, en la que presta sus servicios, había incumplido obligaciones para con un representado.
A pesar de que el secuestro, en el cual no estuvieron ausentes las amenazas de violencia sexual contra las damas que ahí laboran, duró más de una hora y media, ni las policías municipal, preventiva ni ministerial hicieron acto de presencia a pesar de que vecinos del lugar los alertaron vía telefónica.
Así, el asunto evidenció una vez más la total indefensión en que se encuentran los ciudadanos comunes, la gente de trabajo, ante la valentía numérica de quienes han vuelto a tomar a la ciudad como rehén.
Pero para entender –que no es comprender ni justificar, que quede claro- este tipo de regresiones, conviene aquí recordar cual ha sido el caldo de cultivo en el que han surgido las autodenominadas organizaciones sociales. Estas son producto de la desatención del gobierno a los problemas del campo y la ciudad (descapitalización del agro, falta de oportunidades de empleo, deficiencias en servicios públicos en general y varios etcéteras más).
En una respuesta lógica, los ciudadanos buscan congregarse con otros igual que ellos para tener fuerza y hacerse no sólo escuchar, sino en última instancia, encontrar soluciones. Hasta ahí quizá el asunto no es grave. Pero ocurre que el gobierno en lugar de atender de fondo las causas del surgimiento de dichas organizaciones profundiza la miseria, pero no sólo eso, sino que se alía con quienes han encontrado en la “lucha social” el modo de vivir sin trabajar. Y es así como las utiliza para golpear a sus enemigos políticos y rellenar urnas en tiempos electorales. Así por ejemplo, la UGOCP fue aliada, al igual que la Crocut, del actual gobierno estatal en su campaña electoral de hace tres años. En la elección más reciente, Margarito Montes, líder de la primera organización y Renato Cruz Morales se aliaron con el candidato de Convergencia, José Soto.
En esas circunstancias, resulta obvio que las organizaciones ligadas al gobierno aumentan su poder al grado de usurpar funciones de dependencias judiciales y administrativas. Así, a los ugocepistas los hemos visto pelear por la reinstalación de un empleado o bien exigiendo el despido de un funcionario. Además, cierran calles impunemente, golpean y secuestran a civiles e incluso a funcionarios públicos. Y ante todo ello, las autoridades municipales, estatales y federales, mantienen un mutismo cobarde y cómplice.
Ante tal panorama, la pregunta obligada es ¿cuál Estado de Derecho? Este existe sólo en el discurso, en la retórica fácil de los mismos funcionarios que no sólo son causa de nuestros males, sino que comulgan con los líderes venales y auténticamente parásitos.
Comentarios: miguelvasquezmx@yahoo.com.mx
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