miércoles, 8 de diciembre de 2010

Los avatares de Gabino

Del dicho al hecho…
Miguel Angel Vásquez
Decía un santo, el más letrado quizá, San Agustín, que quien habla se compromete. Pero además, si lo que se habla se escribe y peor aún –o mejor según sea el caso- se firma, el compromiso es muchísimo mayor.
Luego, si el que habla, escribe y firma es un gobernante que ha jurado cumplir y hacer cumplir la ley el compromiso es sencillamente ineludible.
Bueno, pues en esa nada cómoda situación o ante esa gran oportunidad, según se quiera ver, se encuentra el gobernador Gabino Cué ante el affaire, brete, entuerto –o como quiera llamarse- de que su secretaria general de gobierno, Irma Piñeiro Arias carezca de título y cédula profesional para poder ejercer el puesto. Cierto, la Constitución Local no exige este requisito, pero el gobernador entrante ha hecho una propuesta al Congreso para que todo funcionario público cuente con estos documentos. Y la propuesta, fue aprobada.
En otras palabras, Gabino Cué está ante la oportunidad de hacer cumplir no solo la ley, sino la ley que él mismo ha solicitado, o echarse para atrás e incurrir en las chicanas de los gobiernos anteriores que para darle paso franco a procuradores y aún a secretarios generales de gobierno sin la edad requerida y sin título se hacían los loquillos para violar la ley a sus anchas.
No es poca cosa lo que arriesga Gabino en esta jugada política si se toma en cuenta que sobre el ya ex mandatario Ulises Ruiz pesa la acusación directa de haber entregado treinta y ocho patentes de notario a personajes que incumplen con los requisitos exigidos para ello por la ley respectiva.
¿Con qué cara –como dirían los viejos- se acusaría o se buscaría revertir violaciones a la ley cometidas por Ulises Ruiz si no se da ejemplo de honestidad y de legalidad?
El gobernador entrante, que citó largamente al Benemérito de las Américas en su toma de protesta debería recordar aquella frase que adorna miles de monumentos erigidos en honor del patricio: la ley es mi escudo y mi espada. Si el gobernador no es capaz de cumplir la ley que él mismo ha hecho confeccionar otro héroe señero tendrá que buscar, pero no al fundador del Estado Mexicano. Este, por cierto, adelantándose a los falsarios sentenció: malditos quienes con sus dichos defienden al pueblo pero con sus hechos lo traicionan.

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