JMLA
[04:04] Te vi nacer vida de mi vida.
La tierra se alegra al tener un lucero.
Las olas de los mares te arrullaban con alegría.
Los lugares que alegrabas con tu sonrisa y tu sencillez.
Vacíos se quedaron los rostros de los pequeños, muy
tristes se quedaron.
Sus cantos y risas se perdieron en la nada,
de pronto el infinito pierde un lucero
el cielo llora y junto con mi llanto
el mar se inunda y crece desbordados de dolor.
Tu valor y fortaleza nos hace falta.
los bailables regionales de tu estado que representaste
con orgullo por doquier.
Tu nombre deja grabado con cariño y dedicación
Para ti hija de mi corazón
Estas líneas las escribo siempre pensando en ti.
Espero ansioso tu llegada.
Sé que no será así.
Mi dolor no lo puedo mitigar con nada.
Mis ojos se han secado de tanto llorarte.
No me cansaré y te llevaré siempre en mi corazón
Eva Lucia hija de mi corazón.
Al término de las líneas, las lágrimas rodaron del hombre que soportó el dolor de perder a su hija
en un cobarde crimen sin sentido.
“No puedo olvidarla, siempre espero con anhelo pensando que algún día mi hija, como siempre
lo hacia, no me avisaba que llegaría de visita a la casa para dar la sorpresa”, refiere José Manuel
Anduaga García.
Apenas el 26 de marzo condenaron a uno de los responsables a 30 años de prisión y a pagar 129
mil pesos por reparación del daño después de violar tumultuariamente a Eva Lucía y luego
asesinarla a pedradas en Salina Cruz.
Crimen aterrador
El crimen ocurrió exactamente hace un año, el 19 de abril de 2010, en la avenida Cinco de Mayo
esquina con Hidalgo de la colonia Juquilita.
El cadáver de la joven profesionista fue hallado a las 16:30 horas con la cara desfigurada y a un
lado el bloque de cemento con el que la asesinaron.
La víctima acababa de graduarse en febrero del Instituto Tecnológico de Oaxaca en Ingeniería
Química para después ser becada a la Universidad del Istmo por parte de Conagua.
En Salina Cruz vivía después de hacer su tesis y trabajaba para ayudar en sus gastos. Vendía
productos para adelgazar y después entró a una caja de ahorros financieros, donde le pagarían
mejor.
“A veces pienso que es una pesadilla, un sueño que pasará por la mañana… pero no es así, mi hija ya no está conmigo” Padre de la víctima
Esperaba concluir su proyecto en Salina Cruz y trabajar en la Ciudad de México. El día de la tragedia, caminaba en la colonia Juquilita, en Salina Cruz, pues la empresa la envió a alzar un censo de las personas que utilizarían el crédito y a realizar encuestas. Caminaba sola con su mochila y su tabla; al terminar sus encuestas, a las 15:00 horas, se dirigía a su centro laboral cuando salieron los hombres que le quitaron la vida con sadismo después de ultrajarla. “A veces pienso que es una pesadilla, un sueño que pasará por la mañana… pero no es así, mi hija ya no está conmigo”, dice su padre, José Manuel Anduaga García. “A mi hija me la quitaron de mi lado, quitándole la vida de la manera más cobarde. Ahora se inclina la balanza de un solo lado. Sé que la justicia es ciega, pero nunca imaginé que fuera tan mal”, asevera. La injusticia “A mi juicio tienen más derechos los asesinos, violadores y ladrones. Tal parece que la justicia está de su lado al darle un premio al asesino de mi hija por tener el valor civil de confesar: Sí señor, aceptó los cargos que me han leído”, recrimina José Manuel. Al efectuarse la audiencia intermedia en el Juzgado de Garantías en Salina Cruz en contra de Tennesse Eduardo Torres Gómez por los delitos de violación tumultuaria y homicidio calificado, se solicitó el juicio abreviado. Al aceptar el ministerio público esta petición, es que lo condenan a la tercera parte del mínimo de la pena, por admitir que sí cometió los ilícitos. Ahora falta por capturar a los otros implicados en el homicidio de Eva Lucía, pero para eso si no hay recompensa, como en el caso del profesor desaparecido o del robo a Cometra, porque no se trata de una cuestión política, asegura el entrevistado. Al señor gobernador le suplico que ponga orden en región del Istmo, ya que se cometen una sarta de injusticias por los juicios orales. No es posible que los delincuentes tengas más garantías, reclama. Se le quebró la voz y comenzaron a rodar lágrimas en sus mejillas mientras observa una libreta con pensamientos que le dedicaron sus amigas de la preparatoria. “Me da valor para seguir adelante, hay días que me siento mal, pero seguiré”, explica. “No le deseo el mal a nadie. Ni al joven que le arrebató la vida a mi hija. Lo bendigo, porque perdonarlo no puedo. Lo perdonaría sólo si me regresaran a mi hija. “Sólo Dios perdona y dejo todo en manos de Dios, a la justicia que sea justa y que se ponga en mi lugar por un momento como padre, a quien no le robaron dinero ni un teléfono, me robaron el amor, el cariño del tesoro más hermoso que me regaló mi padre Dios. “A ti Dios te doy las gracias por darme a la mejor hija, a quien cuidé como lo más preciado de mi vida. Gracias te doy por regalármela por siempre. De padre a padre El día del juicio abreviado, al leerse la sentencia, José Manuel Anduaga García, no pudo evitar pedir que le permitieran hablar: “Les mando un mensaje al asesino de mi hija, a sus padres, porque los hijos son nuestro reflejo. Es hora de que paren la carrera delictiva de su hijo. Mañana será muy tarde, no cometan el error de perder a su hijo. A mí, las manos de su hijo me la arrebataron a la mía (…). “No dejen que su hijo se pierda más, están en el momento de recuperarlo, pues yo, por más que quiera recuperar la vida de mi hija no puedo”, anotó.
Al parecer estas palabras tocaron el corazón de Tennesse Eduardo Torres Gómez, pues cuando los policías lo sacaban de la sesión, volteó a ver a su padre y le pidió: “Habla con el señor y ofrécele disculpas”. El señor se quedó helado al escuchar la petición de su hijo. No encontraba la forma de hablar con José Manuel. Prendió un cigarro, se lo llevó a la boca y aspiró con fuerza, como si se diera valor, después se acercó al padre de Eva Lucía. “Estoy avergonzado. Tal vez fui un mal padre al no inculcarle a mi hijo los valores principales en la sociedad, por parte de mi familia mil disculpas por lo que le hizo a su hija”, le dijo. José Manuel sólo movió la cabeza, pues sus ojos se empezaron a anegar de lágrimas. El hombre le ofreció un cigarro y se lo aceptó. Dejó que se lo prendiera y aspiró el humo que dejó que inundara sus pulmones. En tanto, el papá de Tennese Eduardo no sabía más qué decir. No encontraba la salida para abandonar el lugar. Fumaron en silencio, mientras observaban como se llevaban al joven de nuevo al penal y se perdían en las calles de Salina Cruz. José Manuel ahora abraza la fotografía de grupo de Eva Lucía y dice que sólo le queda pedirle a Dios que la bendiga, por ser la mejor de las hijas.
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