martes, 7 de febrero de 2012

¿El retorno del Clero?


Juan Manuel Alegría


Artículo 4°. La religión de la nación mexicana es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana. La nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra.

ACTA CONSTITUTIVA DE LA FEDERACIÓN MEXICANA. 1824

Desde el 2008, el arzobispo de Oaxaca José Luis Chávez Botello, comenzó a criticar la educación en nuestro estado, a tal grado que la sección 22 de los estafadores de la educación por voz del secretario de Organización, Ezequiel Rosales Carreño (26 de mayo de 2008) le pidió “ser imparcial en sus comentarios”. Pero fue en el año que pasó cuando los comentarios del prelado sobre la pésima educación en Oaxaca arreciaron. Con la propuesta de reforma al Artículo 24 de la Constitución, suponemos por qué.

La Iglesia, culpable de atraso de siglos…

Ese tipo de comentarios no son locales solamente, la mayoría de obispos del país han declarado en ese sentido. Es más, desde mediados del 2007, el cardenal Norberto Rivera Carrera se pronunció porque les sean otorgados los mismos derechos a los sacerdotes que todos los ciudadanos; “incluso, por impartir la educación religiosa en escuelas públicas y poder obtener bienes y administrarlos”.

Por supuesto que llama la atención que la Iglesia señale lo mal que está la educación; ya que, si por ella fuera, la “educación” la recibirían los mexicanos en sus conventos, como antes de las Leyes de Reforma. Es decir, estaríamos en la miseria cultural.

Y no es que les falte razón. En materia de educación el país está atrasado, y Oaxaca peor. Pero el clero no tiene la calidad moral para denunciar eso. Desde la llegada de Cortés a América, la educación estuvo en sus manos.

Al término de la Independencia se pudo constatar que en nuestro país existía un ¡98 por ciento de analfabetos! ¿Qué había hecho la Iglesia en 300 años para educar, si esas eran las miserables cifras?

Por eso un indígena de Guelatao, hasta 1818 apenas pudo aprender español y conocer las letras.

Más de sesenta años después, ya era más razonable: 90 por ciento de iletrados. Se entiende que, con tantas guerras patrocinadas por la Iglesia (para imponer a Iturbide, para subirá varias veces a Santa Anna, para eliminar a Juárez y sus leyes, para imponer a Maximiliano e intentar volver a eliminara a Juárez…) no se haya podido educar a los mexicanos.

Por eso, cuando don Porfirio arrebató la presidencia (con él la Iglesia regresó al poder, y las leyes de Juárez y compañía fueron ignoradas), se encontró que México tenía un 90 por ciento de analfabetos. A su caída., más de treinta años después, había un 85 por ciento de iletrados (82 para otros). Ni siquiera mejoró medio punto por año.

Dice el historiador Luis González: “También es insólito que la Iglesia católica, tan enemiga del positivismo, no hubiera tratado de combatirlo mediante la fundación de un gran número de escuelas. En 1900 los planteles escolares del clero apenas llegaban a medio millar; sólo representaban el 4 por ciento de los existentes. Eso sí, desde 1896 hubo Universidad Pontificia”.

No le ha importado a la Iglesia educar. Poco a poco el Estado mexicano se pudo sacudir la gran influencia del clero. Aún tuvo que pasar otra guerra, la Cristera, para que se hicieran a un lado levemente. Leve, porque la Iglesia, a pesar de lo que se queja, ha incursionado en la educación, desde preescolar hasta niveles superiores. Y sus colegios son de los más caros del país.

Pero, ¿usted sabe cuántas escuelas ha fundado el clero en las zonas indígenas? Ya que le importa tanto la educación, la Iglesia, ¿no podría, con las ganancias de sus escuelas para ricos, hacer escuelas para pobres?, principalmente en esos recónditos lugares, como los de Oaxaca o los de la zona Tarahumara.

El camino de regreso, por la Constitución…

La Iglesia no se ha quedado conforme con la separación del Estado y añora los tiempos en que era la dueña de más de la mitad del país, en el siglo antepasado. Por eso, es sospechoso su interés en la educación. Y con esta propuesta de reforma al artículo 24 de la Constitución, suponemos que es por ahí por donde pretenden regresar por sus fueros.

El pasado 15 de diciembre (cuando todo el mundo andaba en fiestas o preocupado por sus vacaciones), los diputados del PRI y del PAN lograron imponer una reforma al artículo 24, enviada por un diputado priista de Durango, José Ricardo López Pescador (serían harto sospechoso que la propusiera un panista), en que se elimina la palabra “libre” y se reconoce el derecho a la libertad de religión.

”Esta libertad incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo. Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política”.

La fundamentan con esto: “Pero un Estado laico sin libertad religiosa plena, resulta incomprensible, porque la acción de limitar esa libertad, aún sea en forma mínima, implica una postura ‘fundamentalista’, ‘anticlerical", o en el mejor de los casos ‘ideológica’ que ubica al Estado en una posición de parcialidad inconveniente para cualquier régimen democrático contemporáneo. Con el agravante, en esos casos, de que esa intromisión viola la separación del ámbito estatal y religioso.”. El diputado retrógrado dice que esto es “con la certeza de que las personas será las beneficiadas directas de esta decisión y no las jerarquías de las iglesias”.

El texto (todavía vigente) dice: Artículo 24. “Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley. El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna. Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria.”.

La propuesta del diputado clerical dice: Artículo 24. “Todo individuo tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de tener o adoptar, o no tener ni adoptar, la religión o las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración de ritos, las prácticas, la difusión y la enseñanza; siempre que no constituyan un delito o una falta sancionado por la ley”.

Si el artículo dice que el individuo es “Libre”, ¿por qué se quiere cambiar por “tener derecho”? Lo otro es para poder hacer uso de cualquier espacio público para sus ceremonias, no les basta con tantas procesiones para obtener ganancias. Más bien sería una libertad sin límites que afectaría a las minorías.

Pareciera inofensivo, pero la cuestión semántica es fundamental en materia de Derecho. Con eso, en la práctica los religiosos podrán entrar en las escuelas o cualquier espacio público;como la mayoría es católica, podría darse un acoso religioso, como sufren los indígenas protestantes en Oaxaca.

La propuesta de López Pescador quiere eliminar el tercer párrafo que señala: “los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria”, porque, dice el duranguense: “los creyentes o los ministros de culto no se sentirían perseguidos por el hecho de profesar fuera de los templos su fe o de manifestar libremente su religión, entre otros”.

¿Cuándo se persigue a curas por encabezar procesiones, hacer misas a cielo abierto o festejar a sus santos en salones, calles, estadios, o por manifestar su fe?

La propuesta adiciona un último párrafo al mismo artículo: “sin contravenir lo prescrito en el artículo 3o. de esta constitución, el Estado respetará la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores legales, para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.” Por fortuna esto de se deroga.

Si no, se podría dar el caso de que, con eso, los padres de familia pudieran exigir que el Estado contrate profesores para garantizar “la educación religiosa y moral” que desean; y el gobierno tendría que hacerlo, pues estaría en la Constitución. Por eso la importancia de cambiar palabras: no es lo mismo ser libre que tener derecho; ni dejar en libertad que garantizar. El Estado debe respetar la elección de los padres sobre educación religiosa para sus hijos, no el Estado debe impartirla.

En síntesis esa propuesta se podría resumir como que el clero desea eliminar la regulación a las manifestaciones públicas; que se permita el culto en donde se le antoje y que el Estado esté obligado a impartir educación religiosa y “moral”.

Pero esto más bien es como el anzuelo. Porque de la misma iniciativa se extrae:

“Otra limitante al derecho de libertad religiosa se localiza en el inciso e) del artículo 130 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que niega el derecho ciudadano a todos los ministros de culto religioso, dentro de los que se encuentran los sacerdotes católicos, para asociarse con fines políticos, o para realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Asimismo, la prohibición para que en reunión pública, en actos de culto o en propaganda o publicaciones de carácter religioso, se opongan a las leyes del país, a sus instituciones, o agravien, de cualquier forma, los símbolos patrios.” “Las restricciones a la libertad religiosa no deben tener más límites que el carácter laico del Estado. Ninguna Iglesia puede pretender someter al Estado a sus decisiones, a la vez que el Estado no puede someterse a ninguna organización religiosa”.

Es decir, van por más. Se quiere desaparecer los que con tanta sangre se logró con las guerras de Reforma. Ominoso, ¿verdad? Ahora, el Senado o se enloda o se enaltece.

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