Miguel Angel Vásquez
Es el momento oportuno de resaltar la honestidad intelectual del diputado Jaime Aranda, quien en días pasados reconoció públicamente que la reforma penal aprobada por el Congreso y ordenada por el ejecutivo estatal en nada frenará a la delincuencia.
En declaraciones hechas a Toño Moreno primeramente el pasado lunes y luego también el martes a Guillermo Vilaboa, reportero de Tv bus, Aranda Castillo reconoció expresamente lo infuncional y por lo tanto inútil de la elevación de las penas a los secuestradores.
Semanas antes, en este mismo espacio reclamábamos del diputado una explicación por lo que algunos consideramos una ofensa a la inteligencia del ciudadano, pues es imposible que alguien viva 105 años para ser encarcelado por el delito de secuestro como sugiere la reforma al código penal hecha hace unas semanas en el contexto de un escándalo nacional por la ola de secuestros y ejecuciones de personas plagiadas.
Sin embargo, lo siguiente en esa línea de honestidad mostrada por el diputado, sería derogar la inoperante reforma e impulsar cambios legislativos donde verdaderamente se contribuya a mejorar la administración de justicia. Esto mediante el combate a la impunidad y la corrupción. De cómo hacerlo Aranda Castillo sabe sin duda más que nadie en el Congreso por su trayectoria de ministerio público, juez y litigante.
En segundo lugar, aún con el consabido autoritarismo que priva en la política oaxaqueña, el diputado debería pugnar porque las siguientes reformas aprobadas por el congreso no sean resultado de calenturas mediáticas y que como la que comentamos dejen mal parados a los llamados representantes populares, sobre todo a los que sin el más mínimo análisis levantan el dedo para cumplir los designios de su patrón.
Esto es algo muy difícil, pero la congruencia no es virtud de personas timoratas.
De mi parte es todo por hoy. Hasta la próxima.
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